
Sanar a la niña que fuimos para liberarnos hoy
“Hasta que no hagas consciente lo inconsciente, seguirá dirigiendo tu vida y lo llamarás destino.” —Carl Jung
¿Qué heridas de mi infancia aún guían mis decisiones? ¿Qué me diría hoy, con ternura, a esa niña que fui?

Comprender nuestras heridas infantiles
La infancia es la tierra donde se sembraron las raíces de lo que hoy somos: creencias, emociones, respuestas automáticas, miedos y formas de relacionarnos. Y aunque hayamos crecido, muchas de nuestras decisiones siguen siendo respuestas inconscientes a experiencias no resueltas de entonces.
Las llamadas heridas de la infancia —como el abandono, el rechazo, la humillación, la injusticia o la traición (Lise Bourbeau, 2000)— no solo marcaron cómo aprendimos a sobrevivir emocionalmente, sino que muchas veces siguen dictando cómo amamos, cómo nos defendemos, cómo evitamos el dolor y cómo nos auto-saboteamos.
Estas heridas se activan cuando:
- Buscamos aprobación constantemente.
- Nos cuesta poner límites o decimos que “sí” cuando queremos decir “no”.
- Nos culpamos por sentir demasiado o no ser “suficientes”.
- Elegimos relaciones que nos repiten patrones dolorosos.
Reconocer estas heridas no es para culpar a nadie, sino para hacernos cargo con amor y consciencia de lo que aún necesita ser mirado y cuidado dentro de nosotras.
🤍 ¿Qué le dirías hoy, con ternura, a la niña que fuiste?
Este acto de hablarle a tu niña interior no es un juego. Es un proceso terapéutico profundo que permite reconectar con la parte más vulnerable y auténtica de ti. Esa niña aún vive en ti, esperando ser escuchada, abrazada y valorada.
Cuando nos damos permiso de volver a nosotras mismas, sin juicio ni exigencias, comenzamos a reescribir nuestra historia desde la compasión, no desde la herida.
Un ejercicio para volver a tu niña interior
- Carta a tu niña interior
Objetivo: Darle voz y ternura a esa parte de ti que fue herida.
Material: Hoja, pluma y un espacio sin interrupciones.
Instrucciones:
- Cierra los ojos. Visualiza a tu niña de unos 6-8 años. Observa cómo se siente, qué expresión tiene, qué necesita.
- Escríbele una carta comenzando con:
“Hola, mi niña… Hoy te escribo porque te recuerdo. Porque he sentido tu voz en mis decisiones, en mis miedos, en mis dudas. Hoy quiero decirte…” - No corrijas. Escribe con el corazón, no con la lógica.
Beneficio: Te conectarás con una parte olvidada que sigue esperando amor y validación. Esta práctica reconcilia.
- Identifica tus heridas dominantes
Objetivo: Reconocer qué herida infantil guía más tus decisiones hoy.
Ejercicio:
Responde sinceramente estas preguntas:
- ¿En qué situaciones me siento rechazada o poco valiosa?
- ¿Qué me duele más: que me ignoren, que me controlen o que me traicionen?
- ¿Cuál es mi mayor miedo en una relación cercana?
- ¿Qué frase escuché o sentí muchas veces de niña que aún resuena?
Análisis:
Según tus respuestas, puedes identificar tu herida dominante. Por ejemplo:
- Si temes ser abandonada → Herida de abandono
- Si sientes que debes ser perfecta para ser amada → Herida de rechazo
- Si no confías en otros y controlas → Herida de traición
- Ritual de ternura: abrazando a tu niña
Objetivo: Reescribir una experiencia emocional con un gesto simbólico.
Instrucciones:
- Frente a un espejo, pon una foto tuya de pequeña.
- Mírate a los ojos y dile en voz alta:
“Estoy aquí para ti. No estás sola. Eres suficiente. Te amo tal como eres.” - Coloca tu mano sobre el corazón mientras lo haces.
Hazlo durante 7 días seguidos, al despertar o antes de dormir.
Conclusión: Dejar de huir de la herida y empezar a cuidar de ella
Tu niña interior no necesita que la “arregles”, necesita que la mires con amor, sin seguir exigiéndole lo que no pudo dar o ser. Necesita que la reconozcas, que le pongas palabras a lo que vivió, y sobre todo, que la tomes de la mano para crecer juntas, ahora desde el amor propio.
Sanar no es olvidar. Es recordar sin dolor, entender sin rencor y vivir sin repetir.
💬 ¿Te animas a comenzar esta semana?
Comparte aquí abajo una cosa por la que te sientas agradecida hoy, como mujer.
Tal vez al nombrarlo, inspires a otra que lo necesita.