
De la crítica al respeto: sanar la relación con nuestro cuerpo desde el amor y la gratitud
“Tu cuerpo es el hogar donde vive tu alma. Trátalo como tratarías a tu mejor amiga: con ternura, paciencia y amor.”
¿Por qué nos cuesta tanto mirar nuestro cuerpo con amor?
Desde edades muy tempranas, especialmente como mujeres, aprendimos a mirarnos desde fuera. Nos enseñaron que nuestro valor estaba en cómo lucíamos más que en quiénes éramos. Las revistas, redes sociales, comentarios familiares y estándares inalcanzables nos moldearon para creer que nuestro cuerpo tenía que “merecer amor” en lugar de ser amado por existir.
Esta desconexión corporal no es casual. Es el resultado de:
- Mensajes repetidos sobre lo que es “normal”, “deseable” o “bonito”.
- Comparaciones constantes que nos hacen sentir inadecuadas.
- Críticas internas aprendidas que usamos para juzgarnos (en lugar de cuidarnos).
- Experiencias dolorosas como humillación, abuso o rechazo corporal que dejaron huellas.
Mirar nuestro cuerpo con respeto y gratitud es un acto revolucionario de amor propio, no de vanidad. Es reconocerlo no por cómo se ve, sino por todo lo que ha hecho por nosotras: sostenernos, adaptarse, sanarse, respirar, sentir, moverse, dar vida, llorar, reír y resistir.

¿Qué me impide mirar mi cuerpo con respeto?
- Herencias invisibles
Muchas veces repetimos lo que vimos: madres o figuras femeninas criticándose frente al espejo, haciendo dietas eternas, valorándose según el peso. Sin saberlo, heredamos un lenguaje de guerra contra nuestro cuerpo. - El ideal de perfección
Vivimos en una cultura que premia la imagen perfecta e inalcanzable. Nos comparamos con filtros, no con realidades. Y eso genera una disonancia interna constante: nunca nos sentimos suficientes.
Desconexión emocional
Si crecimos aprendiendo a desconfiar de nuestras emociones o sensaciones corporales, hoy nos cuesta habitarnos con ternura. Negamos el hambre, el descanso, el deseo o la incomodidad, porque creemos que sentir es un problema.
Cambiar el juicio por gratitud
No se trata de forzarte a amar tu cuerpo de inmediato. Se trata de dejar de maltratarlo, comenzar a respetarlo y poco a poco agradecerle. Cuando te detienes a observar con compasión, descubres que tu cuerpo no es el enemigo, es tu aliada más fiel.
Propuesta de ejercicios interactivos
- Diario de gratitud corporal (7 días)
Objetivo: Reconectar con tu cuerpo desde lo que hace, no desde cómo se ve.
Instrucciones:
Cada noche, escribe 3 cosas por las que agradeces a tu cuerpo. Ejemplos:
- “Gracias piernas por llevarme a lugares importantes.”
- “Gracias a mis manos por todo lo que crean.”
- “Gracias a mi corazón por seguir latiendo, incluso cuando he estado triste.”
Hazlo durante 7 días. Observa si cambia tu diálogo interno.
- Reescribe tu historia corporal
Objetivo: Identificar el origen del juicio hacia tu cuerpo y transformarlo.
Paso 1: Reflexión guiada
Responde por escrito:
- ¿Qué me dijeron sobre mi cuerpo en la infancia?
- ¿Qué aprendí a creer sobre él?
- ¿Qué mensajes repito hoy sin darme cuenta?
Paso 2: Reescritura
Ahora escribe una nueva versión, comenzando con:
“Hoy decido mirar mi cuerpo con ojos nuevos. Él no es mi enemigo. Es el hogar que me ha sostenido…”
- Espejo compasivo
Objetivo: Cambiar la crítica por conexión y ternura.
Instrucciones:
Cada mañana, frente al espejo:
- Mírate a los ojos, sin buscar “defectos”.
- Elige una parte de tu cuerpo y dile:
“Gracias por estar aquí. Hoy te veo con respeto.” - Si surge incomodidad, respira profundo. Quédate. Esa incomodidad es la puerta a la sanación.
Repite este ritual por 5 días seguidos.
Reflexiona: ¿Qué deseo o sueño sigue vivo en ti, aunque lo hayas silenciado?
Conclusión
Tu cuerpo no necesita perfección, necesita amor
Tu cuerpo no está aquí para ser juzgado. Está aquí para sentir, sostener, vivir, amar, sanar, moverse y acompañarte en cada etapa. No necesitas encajar en una talla para merecer respeto. Ya mereces ese amor ahora, tal como estás.
Comienza hoy por tratarte con la misma compasión que le darías a una niña que amas. Porque esa niña vive aún en ti… y está esperando que la mires con ternura.
Te leo con el corazón abierto:
¿Qué has dejado de hacer por creer que no eras suficiente?
¿Qué harías esta semana si confiaras plenamente en tu valor?
Recuerda: Tú eres tu superpoder.
Y cuando crees en ti, todo empieza a cambiar.
Comparte nuestro contenido
Te leo con el corazón abierto:
¿Qué has dejado de hacer por creer que no eras suficiente?
¿Qué harías esta semana si confiaras plenamente en tu valor?
Recuerda: Tú eres tu superpoder.
Y cuando crees en ti, todo empieza a cambiar.